Era un ejemplar relativamente confiado, acostumbrado al paso de la gente, lo vi reiteradas veces descender del arbolado urbano al suelo a buscar pequeños insectos y lombrices. Su coloración no era muy intensa, sospecho que pudiera ser un ejemplar inmaduro.
Lo que pude notar esa mañana soleada de domingo es que durante las primeras horas las aves toleran a las personas, pero llegada ya la mitad de la mañana, con el aumento de peatones, sobre todo en horario de la misa católica (la iglesia está enfrente) las aves fueron mucho más reticentes a los humanos y permanecían más tiempo en los árboles.
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